LACTANCIA MATERNA: MI EXPERIENCIA
Todos sabemos que dar el pecho es lo mejor para el niño, está
científicamente demostrado, aporta a tu bebé el balance perfecto de nutrientes,
refuerzas el sistema inmunitario frente a infecciones y enfermedades, también es
lo más cómodo porque el alimento lo lleva la madre, fresco y al momento, sin
necesidad de cargar con biberones, dosis de leche y sobretodo sin tener que
esterilizar nada, es lo más económico, tu bebé comerá gratis los primeros meses
de vida. La madre se recupera mucho más rápido porque dar de mamar quema
calorías y hace que el útero vuelva más rápido a su tamaño original, y
sobretodo, el vínculo que tienes con tu bebé, algo tan tuyo y tan suyo… Todo lo
que os acabo de explicar es muy bonito y durante los meses de embarazo no dejas
de escucharlo por todas partes, lo dicen los médicos, en los grupos de
pre-parto, y cuando la gente te pregunta, ¿vas a darle el pecho? respondes que sí
rápidamente, hasta con un poco de miedo por decir lo contrario, como madre
primeriza y sin experiencia alguna, te convences de ello, de qué es lo mejor y
es lo que debes hacer, FIN.
Durante el embarazo vives en una nube de felicidad y no sabes o no quieres
escuchar la “parte no tan buena” de las cosas. Parece que dar el pecho es de lo
más fácil, ofrecer teta y listo, pues lo cierto es que hasta llegar a ese
momento muchas veces hay que pasar por momentos muy duros, de frustración, de
dolor... Existen muchos problemas al inicio de la lactancia, puede que a tu
bebé le cueste agarrarse al pecho y tenga problemas a la hora de succionar,
pase hambre, pierda peso y llore desconsolado, puede que mueras de dolor
cada vez que intentes alimentarlo y te preguntes, ¿qué haces mal? ¿no debería
ser algo bonito? Te desanimas porque tú, convencida de que habías escogido la
mejor opción para tu hijo, te das cuenta de que no es tan bonito como lo
pintaban…
Una vez superados los inicios y conociendo mejor a tu bebé y sus
necesidades parece que todo debería ir bien, intentas hacerte la dura y no
flaquear en los momentos complicados. La revolución de hormonas que tienes en
tu cuerpo, el cambio radical de vida, la falta de sueño, son motivos más que
suficientes para tener altibajos, o por lo menos te intentas convencer de ello…
Pero, ¿alguien se preocupa por saber si la madre está realmente feliz? ¿O
lo únicamente importante es saber qué haces lo mejor para tu bebé? Probablemente cuando te planteas estas preguntas llegues a la conclusión de que
lo más importante es tu bebé, pero no mamis, estamos muy equivocadas, en esta
vida hay una cosa fundamental, tu felicidad también es la felicidad de los que
te rodean, en este caso la de tu bebé. Los niños notan cuando tienes un mal
día, cuando estás nerviosa, sin querer les transmitimos todo y ellos puede que
respondan de la misma manera y el caos todavía sea mayor…
Otro de los temas a tratar, es la dependencia, ¿qué pasa si no te sientes bien sabiendo que eres imprescindible para tu hijo? De repente la culpabilidad
te invade y te sientes egoísta, mala madre por querer delegar en otras personas
una responsabilidad que “debería” ser tuya, pero miras atrás y recuerdas
aquellas conversaciones que tenías con tu pareja de cuando hablabais de tener
hijos; lo cuidaremos, le explicaremos, lo llevaremos, etc. Todo era en plural,
pero cuando nace y decides darle el pecho, te das cuenta que la responsabilidad
pasa a ser al 90% tuya. Este era un tema que me agobiaba bastante, no me
gustaba pensar que la alimentación de mi hijo dependía únicamente de mí. ¿Y si
un día me ponía a 39 de fiebre, con tiriteras y me encontraba realmente mal,
quien se haría cargo? Quizá muchas de vosotras penséis que me pongo en lo peor,
pero es que a todas nos puede pasar, a mí me pasó y en varias ocasiones.
Diego tomó pecho hasta los dos meses, después de muchos problemas decidí
abandonar. La incorporación del biberón con leche artificial fue todo un éxito,
lo aceptó desde el primer momento, se acostumbró de maravilla y se quedaba más
satisfecho que nunca después de cada toma, a partir de ahí empezó a llorar
menos y a descansar más, y reconozco que a partir de entonces es cuando empecé
a disfrutar realmente de la maternidad, como he dicho antes, tu felicidad es
también la felicidad de los que te rodean y ¡¡todos contentos!!
Es probable que yo sea un mal ejemplo para hablar sobre la lactancia
materna porque mi experiencia no fue buena, pero para todas aquellas mamis que
queráis intentarlo, existen muchos grupos de ayuda, profesionales que te
enseñan con las posturas, técnicas y todo lo relacionado con el tema, funcionan
realmente bien y encuentras un espacio dónde resolver dudas y desahogarte sin
aburrir al que tienes al lado. Lo recomiendo al 100%.
Sólo me queda decir que, si volviera atrás, tomaría la misma decisión de
darle el pecho, y miro hacia adelante con optimismo cuando pienso en que algún día
tendré a mi segundo hijo y volveré a intentarlo a pesar de lo que sufrí, porque
¿quién dice que tengo que volver a pasar por lo mismo? Quizá la experiencia me
ayude, ya no me resultará todo tan desconocido y sabré dominar más la situación,
o quizá no… Lo que sí tengo claro es que nadie influirá en mis decisiones, ni médicos,
ni amigas, ni madres, ni la sociedad en general, y si algo tendré claro la próxima
vez, es que además de la lactancia materna existen otras alternativas igual de
respetables, y porque todas, ABSOLUTAMENTE TODAS, queremos lo mejor para
nuestros hijos.
Con todo mi cariño, para aquellas madres que en muchos momentos se han sentido
incomprendidas.
¡¡BESOS!!
Nena! Que bien lo has plasmado! Muy bonito desde fuera, muy duro desde dentro. La felicidad de madre y bebé es lo mejor, sea teta o sea bibe!
ResponderEliminarQue maravilla de post! Me ha encantado y emocionado! Que duro vivirlo. Lo que de verdad importa es la felicidad de ambos.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo! La felicidad de la madre es esencial para que el bebé y el resto de la familia lo sea. Y cierto, todas siempre queremos lo mejor para ellos.
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